La autora soñó con ser bailarina de ballet, pero se enfrentó a un mundo en el que tenía que convertirse en ingeniera. Siempre supo que quería volar sola y por ello decidió fortalecer sus habilidades. Entendió que los protocolos, los planes de contingencia y orar por lo mejor pero esperar lo peor eran básicos para poder trabajar entre ese Cielo e Infierno que siempre se interpone en el camino de los negocios, la familia y la felicidad. Ha asesorado exitosamente más de 1000 casos en más de 70 mil horas. Este camino la llevó a descubrir un lugar al que hoy llama vida. Ella ahora quiere compartir su mensaje de esperanza para ayudar a otros a llegar allí. Desea que todos aprendan a no ser jueces tan severos consigo mismos y que logren una vida plena.
